La apuesta por la movilidad eléctrica responde a una tendencia dentro del objetivo global de reducción de emisiones para 2020. En España, el sector transporte es responsable de un 27% de estas emisiones, lo que supone una proporción importante de la huella de carbono de cualquier actividad económico-productiva. Para reducir las emisiones relacionadas con la logística y la movilidad, las empresas pueden definir un plan de electrificación de su flota de vehículos.
La integración exitosa del vehículo eléctrico pasa, necesariamente, por una planificación holística en la que se involucre a toda la organización. Al afectar a muchos de los departamentos de la organización (financiero, administrativo, dirección estratégica, recursos humanos, energía, marketing, RSC, medio ambiente, etc. ) requiere de cierta coordinación y consenso interno.
El desarrollo de un plan de movilidad que integre los vehículos eléctricos y los correspondientes puntos de recarga, ya sea para las actividades de la empresa o para ampliar su gama de servicios a terceros, precisa una aproximación global, preferiblemente bajo asesoramiento técnico, estratégico y financiero especializado.
Un plan de integración de movilidad eléctrica que recoja la estrategia de movilidad eléctrica de forma integral debería definir estos cinco puntos:
1. Definición del alcance y objetivos
En esta fase se definen prioridades y objetivos medibles (sociales, económicos, ambientales) para la implantación del vehículo eléctrico en la empresa. Estos objetivos deben estar alineados con los objetivos globales de GEI y RSC de la compañía.
2. Diagnóstico previo
En análisis previo del “status quo” de la movilidad en la empresa se hace imprescindible. Para ello, habrá que recoger información acerca de la flota actual (número de vehículos, tipo, vehículos en propiedad o financiados…), la demanda de sus desplazamientos diarios (horario de funcionamiento, tiempo aparcado), así como la cantidad de plazas de aparcamiento disponibles y su rotación, entre otras variables.
Hacer una auditoría energética de la flota será muy interesante para conocer dónde se realizan los mayores consumos energéticos y dónde se podrán conseguir los mayores ahorros. A partir de la relación entre KPIs y consumos energéticos históricos, se obtendrá una función que permita determinar las emisiones de GEI futuras y fijar objetivos.
Como resultado de este diagnóstico previo se buscará la optimización de las rutas, los vehículos y el tipo de combustible.
3. Diseño estructura
Hacer una adecuada elección de los vehículos eléctricos (100% eléctricos -BEV- o híbridos enchufables -PHEV-), así como la infraestructura de recarga es el primer paso. El diseño del proyecto deberá abarcar tanto el número de vehículos como la previsión de la potencia y el tipo de recarga (por ejemplo, si va a ser simultánea), así como los elementos de protección, medida y comunicación más adecuados y el equipo de software para llevar a cabo su gestión.
4. Planificación acciones
La definición del plan de implementación conlleva la definición de los siguientes puntos:
– Definición de roles y actores que van a liderar el proyecto.
– Áreas/ personas involucradas y papel a desempeñar.
– Financiación. La compra de nueva flota y el despliegue de la infraestructura de recarga requieren haber definido previamente un plan de financiación y un planteamiento del modelo de negocio por el que se se va a apostar: operación e inversión propia, inversión externa y operación propia, inversión propia y operación externa, concesión de operación e inversión…
– Identificación de ayudas (subvenciones a la inversión a nivel nacional, autonómico y local).
– Plazos de ejecución.
5. Seguimiento y comunicación
La supervisión de la obra y proveedores es una labor que requiere conocimientos muy específicos y es esencial para lograr el éxito del plan. Además, una gestión eficiente de la flota es fundamental para optimizar la eficiencia y rentabilidad de la misma.
En esta fase adquiere importancia la función del software de control y seguimiento que acompaña y la respalda la actividad de la infraestructura de recarga. Éste permite conocer el estado, la localización y la carga de cada vehículo, lo que permitirá anticiparse a posibles anomalías y resolver posibles averías de forma más ágil.
Por último, la comunicación interna y externa queda en manos de los departamentos de Recursos Humanos y Comunicación o RSC. No hay que pasar por alto que, además de ofrecer beneficios ambientales y económicos, un plan de movilidad eléctrica es una oportunidad de branding y de posicionamiento y liderazgo para la organización, por lo que tiene sentido hacerse eco de los logros alcanzados.
Si quieres saber más sobre los pasos a dar en un plan de despliegue de coche eléctrico en la empresa, puedes ver el siguiente vídeo: