En los algo más de diez años de profesión que llevo dedicados a la eficiencia energética, he tenido la oportunidad de conversar con muchos clientes, tanto en la fase comercial como durante la ejecución de los servicios. Un análisis retrospectivo me permite identificar una serie de mitos que se atribuyen a la eficiencia energética, junto a algunos de los argumentos utilizados para respaldarlos. A lo largo de tres entregas de post los iré describiendo.
Primer mito: La eficiencia energética no aplica a cualquier organización.
Efectivamente, organizaciones con bajos consumos energéticos suelen tener dificultades para recuperar las inversiones con los ahorros generados, pero lo más inquietante es escuchar algunos de los siguientes argumentos:
- “¿Eficiencia energética? No tengo espacio para paneles solares”
Tomando una definición básica de eficiencia energética – producir lo mismo con menor consumo de energía – y con un enfoque de proceso, la instalación de paneles solares no sería eficiencia energética en estricto rigor. Puede parecer que estemos discutiendo sobre un matiz técnico, pero el punto es que este argumento pone de manifiesto la confusión conceptual existente entre ERNC y eficiencia energética.
En más de una ocasión me he enfrentado a este comentario – y me han despachado con él – mientras escucho claramente fugas de aire comprimido o se pierden cantidades ingentes de vapor vivo por una trampa abierta.
- “Tengo cosas más importantes de las que preocuparme”
Siendo ingeniero recién titulado, realicé una campaña comercial orientada a comunidades de regantes. Recuerdo que en la primera conversación, mi interlocutor me cortó de manera muy grosera diciendo “Jo el que vull és vendre taronges”. Efectivamente, no elegí el momento más oportuno para ofrecer eficiencia energética, pues el foco del caballero que me atendía estaba puesto en vender naranjas. Sin embargo, es posible que tras esta urgencia llegara otra, y otra, dejando el asunto energético definitivamente de lado.
Este argumento permite identificar que la energía no es en general una prioridad y en muchas ocasiones las organizaciones ni siquiera disponen de la información suficiente para descartar razonadamente los esfuerzos en este sentido.
- “Estoy arrendado”
La verdad es que este argumento es bueno. La paradoja del alquiler hace que, ante una oportunidad de eficiencia energética, el arrendador no vea interés en la eficiencia (de la que no se beneficia a corto plazo) y el arrendatario no tenga incentivos para invertir si el periodo de retorno es superior al del contrato de arriendo. Esta situación puede resolverse considerando aspectos energéticos al renegociar los contratos.
- “Esta empresa es muy chica”
En realidad, detrás de esta afirmación se esconde la falta de recursos, ya no tanto económicos, como humanos. En las pequeñas – y no tan pequeñas – empresas es habitual que se concentren muchos roles en pocas personas y que no se disponga de profesionales expertos en energía.
En muchos de estos casos, la solución pasa por la capacitación, el asociacionismo y la adopción de soluciones estándar ante ineficiencias claras.