La Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático y su Protocolo de Kioto, compromete a los estados miembros como España a limitar o reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Para ello se establecen ciertas políticas de obligatorio cumplimiento a nivel estatal, pero también existen opciones a nivel corporativo donde es fundamental la promoción de medidas de eficiencia energética.
El Paquete Europeo de Energía y Cambio Climático establece objetivos concretos en materia de eficiencia energética, reducción de emisiones y energías renovables para alcanzar en el año 2020.
Concretamente, las emisiones de CO2 de los sectores más intensivos en el uso de la energía (generación, refino, siderurgia, fabricación de cemento, papel y cartón, vidrio, productos cerámicos, etc.) sometidos al sistema europeo de comercio de derechos de emisión, deberán reducirse un 21% respecto a sus niveles de 2005. Para el resto de sectores, la reducción deberá ser del 10%.
En España, sin embargo, las emisiones de gases de efecto invernadero en 2017 crecieron debido a un aumento en más del 10% de las emisiones de los sectores más intensivos. Los mayores contribuyentes a las emisiones de gases de efecto invernadero se reparten casi igualitariamente entre las industrias generadoras de energía (con 86.224 millones de toneladas, representando el 25,7 % del total) y el sector del transporte (con 83.386 millones de toneladas, representando el 24,8 % del total).
Es por ello que el Comité de Expertos que trabaja en la futura Ley de Transición Energética y Cambio Climático propuso en su informe presentado el pasado 2 de abril, penalizar las emisiones de CO2. Con este impuesto, probablemente no sólo pagarán las actividades de generación de energía con carbón y gas, sino también el consumo de combustibles para el transporte y la movilidad.
Asimismo, la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, aún en proceso de elaboración, propone aumentar el precio de la tonelada de CO2 que las empresas están sujetas a pagar en el mercado de derechos de emisión para conseguir un efecto disuasorio de empleo de las tecnologías más contaminantes.
Planes de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero
Las grandes empresas ya están incluyendo objetivos de eficiencia energética y reducción de emisiones en sus políticas corporativas. Una forma que tienen las organizaciones para reducir eficazmente sus emisiones es mediante los planes estratégicos de reducción de emisiones, donde se incluyan tanto objetivos estratégicos globales de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para 2020, como objetivos intensivos a partir de las variables de negocio, que permitan planificar en detalle las acciones necesarias para su consecución.
En un Plan Estratégico de Reducción de Emisiones GEI, lo primero es realizar un inventario de emisiones y calcular las emisiones estimadas para 2020 teniendo en cuenta los consumos de los años previos y las variables de negocio (KPIs), económicas, sociales y ambientales, figurando dos escenarios:
- Business As Usual (sin medidas de eficiencia energética)
- Más probable (con medidas de eficiencia energética). En este escenario se evaluará el potencial de ahorro de emisiones derivadas de la implementación de medidas de eficiencia energética.
La selección de las medidas de ahorro y eficiencia energética (MAEs) incluye tanto las medidas implantadas por la empresa con anterioridad como las propuestas a partir de la auditoría energética.
Posteriormente deberían de priorizarse las medidas por el ratio «Euro invertido/ahorro en emisiones conseguido». Una vez caracterizadas y priorizadas las MAEs se deben de identificar los presupuestos necesarios para llevarlas a cabo y se plantea un calendario de implementación.
Con este ahorro de emisiones, debe calcularse, además, la contribución de reducción de emisiones de GEI de la organización respecto al mantenimiento de la temperatura media mundial (a 2050) por debajo de 2ºC de acuerdo al Sectoral Decarbonization Approach (SDA), en cada uno de los escenarios estudiados.
La metodología SDA proporciona una base para elevar el nivel de ambición en la fijación de objetivos corporativos. Consiste en alinear, mediante objetivos de reducción, la trayectoria de emisiones de la compañía con el sector en el que opera.